Situación. 5 de junio de 1994. Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, Tijarafe. Por medio, una celebración religiosa que no viene a colación. Mientras se inicia la ceremonia, unos niñ@s, entre los que me encuentro, empiezan a imaginar y cuestionarse cuales serán sus profesiones de ‘grandes’. No recuerdo la respuesta de ninguno de mis amig@s, pero la mía sí. Yo quería hacer juegos, como los que jugaba en mi inseparable Game Boy. El siguiente flash que tengo de la conversación es la pregunta que me hizo uno de esos niños; -¿Y eso cómo se hace? En ese momento no pude responder, desconocía como se hacía. Veinticinco años después, sé como se hace y ese conocimiento me permite vivir. Cómo llegué hasta ese punto es otra historia. Ahora, escribiré desde donde.

Vivo y trabajo en Tijarafe. Un municipio de La Palma, islas Canarias. Como cualquier lugar, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Somos poquitos, unos 2500 habitantes aproximadamente. Tenemos mucho espacio vital y unos rincones espectaculares para disfrutar de la naturaleza. Prácticamente todos nos conocemos, con sus pros y sus contras. Generalmente los tijaraferos son personas atentas, serviciales, trabajadoras e inteligentes, con sus excepciones. Vivimos, principalmente, de la agricultura y el turismo, siendo minoritarios otros sectores, entre los que se encuentra el mío: Desarrollo de aplicaciones informáticas.

Mi negocio poco futuro podría tener enfocado en Tijarafe. Con clientes potenciales anecdóticos, como en el resto de la isla, no vayan a pensar que es cosa exclusiva del municipio. Pero aún así, en mi undécimo año de actividad -Entre un proyecto y otro-, mi sede, y punto de partida, sigue siendo Tijarafe. ¿Por qué?

Los productos y servicios que desarrollo son intangibles, piezas de software que no existen para algunos o que otros usan sin saber que hay detrás, pero que generan riqueza y mueven el mundo de una manera que no te podrías ni imaginar. Mi producto/servicio elimina de un plumazo todas las barreras que podría encontrar para vender al mundo desde una isla: No necesito transporte físico para llevar el producto/servicio al cliente, no dependo de materias primas y puedo gestionar y desarrollar el proceso de manera online. Partiendo de esto, Tijarafe se convierte en un territorio igual de competitivo que cualquier otro lugar del mundo, para profesiones en lo que prima es el CONOCIMIENTO.

He trabajado en proyectos para diversos lugares del mundo, para los cuales hacerlo desde Tijarafe no ha supuesto ningún tipo de barrera. Personas y empresas que buscaban desarrollo de software, lo encontraron en un pueblo que ni lo ubicaban en el mapa.

Con esfuerzo, dedicación, resiliencia, actitud, y realizando mi trabajo de la mejor manera posible, he conseguido que mi profesión sea sostenible en un pueblo que no tiene lugar para un desarrollador de aplicaciones. Siempre he tenido clara una cosa en el sitio de sombra y frescura: Tijarafe no me tiene que dar un sitio, porque yo puedo crear mi sitio en él.

Debo matizar que, en ningún momento, pretendo que mi caso sea dogma para el resto de profesiones. Cada profesión tiene sus peculiaridades y en muchos casos son insalvables para realizarlas desde este rincón del mundo llamado Tijarafe. Sólo espero que si alguien está perdido laboralmente, pueda encontrar el camino. Por muy pequeño que sea el lugar, siempre habrán necesidades que podremos transformar en oportunidades.