Las ocho de la mañana. Suena el despertador, inmediatamente lo apago. Escucho a Carol murmurar, le doy un beso y me levanto de la cama. Acaricio a Pita, me pongo mi mejor chandal y poco más, el baño me espera. Momento de exorcizar los demonios que llevo dentro. Concluyo y estoy listo para comenzar a trabajar.

No es un día cotidiano. De esos, en los cuales, ejecuto el protocolo vital y, sin perder tiempo, me sumerjo entre líneas de código. Hoy no. Hoy voy a comenzar escribiendo. Escribiendo en éste nuevo, a la par que añejo, blog. Una bitácora que se alimenta de los recuerdos de aquel espacio imberbe que fue yonerocha.net  y que sirve como perfecta línea del tiempo de mi caminar por la profesión.

Yonedev, surgió en 2013 como una obligación para seguir adelante en la vida y en el mundo laboral. Todo comenzó con prontitud, llegaban los primeros clientes, antes de tener imagen y servicios definidos. Corriendo, publiqué una página web que me valiera para publicitar mis servicios. Una medida temporal, hasta que el tiempo me dejara oportunidad de hacer algo de más nivel. Pero, el tiempo y el trabajo no ha dejado respiro y, la medida temporal, se alargó hasta este mismo momento.

Hace nada, unos días, a lo sumo una semana, informé por Twitter y Facebook sobre el cambio de imagen que adopté para Yonedev.

El logotipo fue la primera piedra del renacimiento, que concluye con ésta nueva web. Un sitio web contemporáneo, fresco, minimalista, con cierta mezcla de inocencia y madurez en las formas. Un lugar que transmite todo las sensaciones que quise expresar desde el inicio de Yonedev.

Por el camino se queda yonerocha.net, que se fusiona con éste nuevo blog. No negaré que me ha dado lástima abandonar mi antiguo blog, donde escribía desde 2005. Pero, el mundo evoluciona y, en ocasiones, supone ciertos sacrificios.

Qué más decir. Yonedev sigue adelante como desarrollador de software. Centrado, principalmente, en aplicaciones móviles, tecnologías web y videojuegos casuales. Además de hincarle el diente a todos los proyectos atractivos que puedan ir surgiendo. Como es el caso de Graffos, una compañía startup de la cual soy jefe de desarrollo de un equipo de geniales programadores y que será razón para escribir otro artículo.